Wilder Mayo Redacción
Ricardo V. Lago
INVITADO POR EL DIRECTOR
Pensar en un dólar a 2.85 es una quimera
LIMA
Leo la notica de Andina sobre las declaraciones de Julio Velarde. Queda claro que no es que el BCR no quiera mantener el precio del dólar. ¡Claro que quiere! El tema es que, a mi juicio, no va a poder, a no ser que renuncie a controlar la inflación que se viene por delante.
Supongo que los exportadores no quieren menos soles por cada dólar de exportación con los costos estables (opción 1), pero tampoco quieren el mismo número de soles por dólar con sus costos creciendo (opción 2). ¿Es eso todo lo que hay? Pues no, hay más, podrán obtener más dólares por cada chompa. ¿Cuándo? No lo sé, pero de momento ya les ha ocurrido a los mineros y agricultores. Y ahí sí que la opción 1 es superior a la 2.
Cuando Grecia e Islandia, entre otros, agonizan ante la inminencia de la moratoria, en el Perú el problema es cómo administrar la abundancia de divisas sin caer en el sobrecalentamiento de la economía y la inflación creciente. Mi opinión es que ya nos encontramos en la antesala de ambos. Los últimos días, para impedir que el dólar no caiga de 2.85 soles, el BCR ha tenido que comprar, en promedio, 160 millones de dólares diarios (y no estoy convencido de que sea un problema sólo de especuladores externos y ventas de dólares de las AFP, algo que en cualquier caso es en mayor medida efecto que causa).
A ese ritmo, entre hoy y fin de año, el BCR tendría que comprar 38 mil millones de dólares (cifra mayor al saldo actual de las Reservas Internacionales). Para comprar dicho monto, necesitaría -siempre en moneda local- 1.5 veces el saldo de liquidez total en soles de que hoy dispone el sistema bancario.
Es decir, de hacerlo con emisión primaria, la cantidad de soles crecería 150%. No bromeo: ¡150%, sí 150%! De 70 mil millones de soles de la liquidez de hoy, ésta subiría a 175 mil millones.
Éste es, por supuesto, un análisis de "equilibrio parcial" primitivo e ingenuo, pues no tiene en cuenta los efectos del mayor gasto agregado y crecimiento en el PBI en las importaciones, mayor déficit en la cuenta corriente, posibles mayores encajes, drenaje de liquidez vía bonos, etc... Pero el rango de las cifras es tal que pone los pelos de punta hasta a los calvos. En paralelo, el gasto público ya está en pleno momentum: en noviembre su crecimiento real interanual fue del 22%, cuando los ingresos sólo subieron 1.6%.
Llegó el momento, por tanto, de elegir entre dólar más bajo, inflación creciente, tasas de interés al alza, reducción en el crecimiento del gasto público o una combinación adecuada de las cuatro variables.
La inyección de liquidez por compras de divisas para mantener el cambio -descontando la liquidez que se pueda drenar con encajes y/o emisión de deuda- es de tan implacable magnitud que constituye estímulo más que suficiente para la actividad económica. No estaría de más plantearse un regreso al superávit presupuestal para así echar menos leña al indeseable fuego inflacionario previsible. Además, ello ayudaría a contener el ritmo de caída del precio del dólar, al dejar espacio al BCR para comprar más dólares.
Próximamente analizaré más en detalle las opciones de política económica y sus respectivos pros y contras. ¿Le conviene al Perú aceptar los efectos inflacionarios de la "farra de dólares" made in USA? He ahí la pregunta clave. Más por venir.
Ricardo V. Lago
INVITADO POR EL DIRECTOR
Pensar en un dólar a 2.85 es una quimera
LIMA
Leo la notica de Andina sobre las declaraciones de Julio Velarde. Queda claro que no es que el BCR no quiera mantener el precio del dólar. ¡Claro que quiere! El tema es que, a mi juicio, no va a poder, a no ser que renuncie a controlar la inflación que se viene por delante.
Supongo que los exportadores no quieren menos soles por cada dólar de exportación con los costos estables (opción 1), pero tampoco quieren el mismo número de soles por dólar con sus costos creciendo (opción 2). ¿Es eso todo lo que hay? Pues no, hay más, podrán obtener más dólares por cada chompa. ¿Cuándo? No lo sé, pero de momento ya les ha ocurrido a los mineros y agricultores. Y ahí sí que la opción 1 es superior a la 2.
Cuando Grecia e Islandia, entre otros, agonizan ante la inminencia de la moratoria, en el Perú el problema es cómo administrar la abundancia de divisas sin caer en el sobrecalentamiento de la economía y la inflación creciente. Mi opinión es que ya nos encontramos en la antesala de ambos. Los últimos días, para impedir que el dólar no caiga de 2.85 soles, el BCR ha tenido que comprar, en promedio, 160 millones de dólares diarios (y no estoy convencido de que sea un problema sólo de especuladores externos y ventas de dólares de las AFP, algo que en cualquier caso es en mayor medida efecto que causa).
A ese ritmo, entre hoy y fin de año, el BCR tendría que comprar 38 mil millones de dólares (cifra mayor al saldo actual de las Reservas Internacionales). Para comprar dicho monto, necesitaría -siempre en moneda local- 1.5 veces el saldo de liquidez total en soles de que hoy dispone el sistema bancario.
Es decir, de hacerlo con emisión primaria, la cantidad de soles crecería 150%. No bromeo: ¡150%, sí 150%! De 70 mil millones de soles de la liquidez de hoy, ésta subiría a 175 mil millones.
Éste es, por supuesto, un análisis de "equilibrio parcial" primitivo e ingenuo, pues no tiene en cuenta los efectos del mayor gasto agregado y crecimiento en el PBI en las importaciones, mayor déficit en la cuenta corriente, posibles mayores encajes, drenaje de liquidez vía bonos, etc... Pero el rango de las cifras es tal que pone los pelos de punta hasta a los calvos. En paralelo, el gasto público ya está en pleno momentum: en noviembre su crecimiento real interanual fue del 22%, cuando los ingresos sólo subieron 1.6%.
Llegó el momento, por tanto, de elegir entre dólar más bajo, inflación creciente, tasas de interés al alza, reducción en el crecimiento del gasto público o una combinación adecuada de las cuatro variables.
La inyección de liquidez por compras de divisas para mantener el cambio -descontando la liquidez que se pueda drenar con encajes y/o emisión de deuda- es de tan implacable magnitud que constituye estímulo más que suficiente para la actividad económica. No estaría de más plantearse un regreso al superávit presupuestal para así echar menos leña al indeseable fuego inflacionario previsible. Además, ello ayudaría a contener el ritmo de caída del precio del dólar, al dejar espacio al BCR para comprar más dólares.
Próximamente analizaré más en detalle las opciones de política económica y sus respectivos pros y contras. ¿Le conviene al Perú aceptar los efectos inflacionarios de la "farra de dólares" made in USA? He ahí la pregunta clave. Más por venir.
Comentarios